Desde sus inicios, el movimiento antisectas se ha presentado como un movimiento loable dedicado a luchar contra grupos coercitivos. Esto es entendible, ya que sí existen grupos con malas intenciones que se aprovechan de personas vulnerables. Sin embargo, hay un lado del movimiento anti-sectas que ha sido ocultado del público.
El propio movimiento antisectas se ha visto envuelto en varias polémicas graves, con críticos académicos, judíricos y profesionales que lo acusan de promover narrativas sesgadas, violar los derechos humanos e incluso participar en actividades que socavan la libertad de conciencia y religión.
En resumidas cuentas, el movimiento antisectas (MA) secular suele discriminar y resistirse a grupos que tienen un alto compromiso con sus creencias. Como lo explica el sociólogo Massimo Introvigne en una entrevista en 1995:
«El MA establece una idea de la religión puramente cuantitativa, limitando la cantidad de religión que puede haber en el mundo y calificando de secta el -según ellos- entusiasmo excesivo. Si no hay mucho entusiasmo hablan de religión, pero si consideran que hay demasiado, hablan de sectas. El MA, que tolera sólo la religión que no sea muy importante en la vida de la persona, tiene un lema: no nos interesa la teología, solamente la actuación de las personas. Así que si uno cree que el mundo ha sido creado para los ovnis, pero no lo vive con mucha intensidad, eso está bien. Pero si uno cree en la teología católica, y ésta influye con demasiada intensidad en su vida, supone un peligro para la integridad democrática y cultural del mundo.»
-Massimo Introvigne
Para denunciar a tales individuos y grupos con altos compromisos a sus creencias, sin ser acusados de discriminación religiosa, el movimiento antisectas argumenta que tales creyentes «extremistas» no actúan bajo su propia voluntad sino que son controlados por medio de «técnicas de persuasión coercitiva» o «lavado de cerebro».
Algo que el público suele desconocer es que el concepto de «lavado de cerebro» en el que se basan los movimientos antisectas carece de base científica y ha sido refutado por muchos expertos. Por ejemplo, investigadores como James T. Richardson y David G. Bromley señalan que, si fuera realmente eficaz, los nuevos movimientos religiosos crecerían rápidamente y retendrían a casi todos sus miembros. Sin embargo, la mayoría abandona voluntariamente tras poco tiempo, demostrando que el poder del «lavado de cerebro» ha sido exagerado. Por ello, tribunales y comunidades científicas han descartado esta teoría por falta de evidencia.
Otro aspecto polémico del movimiento contra las sectas ha sido su uso histórico de la «desprogramación», una práctica lucrativa en la que se saca por la fuerza a individuos involucrados en grupos que el movimiento etiqueta como «sectas» para supuestamente restaurar su autonomía. Esto se hace principalmente por medio de ciertas tácticas coercitivas diseñadas para presionar a tales individuos a renunciar sus creencias y su participación en el grupo atacado.
Aunque los defensores de la desprogramación justifican estas acciones coercitivas como necesarias para «rescatar» a personas con el «cerebro lavado», las organizaciones de derechos humanos, entre ellas la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) y Human Rights Watch, condenaron la práctica por considerarla una violación de las libertades personales.
Es más, varios desprogramadores, entre ellos Ted Patrick, se enfrentaron a cargos penales y fueron a prisión. Otros, como Rick Ross, lograron evadir la cárcel pero perdieron casos legales significativos y demandas millonarias debido a sus prácticas coercitivas.
A pesar de todas estas controversias, el movimiento antisectas ha logrado infiltrarse en diversas esferas del poder, ejerciendo influencia sobre entidades gubernamentales encargadas de investigar delitos graves, como la trata de personas. Mediante el uso de conceptos pseudocientíficos, como la teoría del lavado de cerebro (persuasión coercitiva), estos grupos antisectas parecen querer imponer su narrativa para justificar la persecución de minorías religiosas.
Al manipular la percepción de las autoridades y promover prejuicios en los medios de comunicación, los antisectas a menudo logran que se emprendan acciones legales y campañas de discriminación religiosa basadas en mentiras, distorsiones e ideas sin fundamento científico (como lo es el mito del lavado de cerebro), afectando así la libertad de creencias y estigmatizando a estas comunidades.
Un claro ejemplo de estas tácticas es el caso de Pablo Salum LeyAntisectas y sus acusaciones infundadas en contra de la comunidad Cómo Vivir Por Fe (y el movimiento de los Jesucristianos).
En el 2021 Salum acusó falsamente a la comunidad de Cómo Vivir Por Fe de trata de personas y tráfico de órganos pero las autoridades concluyeron que no existía evidencia de que el grupo había cometido algún delito.
En una presentación dada en el Palacio de la Legislatura de Buenos Aires, Felipe, miembro de Cómo Vivir Por Fe, relató que Gabriela, una mujer de 32 años, decidió unirse a la comunidad cristiana, pero su madre y hermana, guiadas por Pablo Salum, acusaron al grupo de trata de personas.
Tras allanamientos y una investigación de casi dos años que incluyó peritajes, revisión de cuentas y testimonios, las autoridades argentinas archivaron el caso después de encontrar pruebas que refutaban las acusaciones. A pesar de ello, Salum continuó su campaña de desinformación contra la comunidad, como documenta un artículo sobre el caso legal involucrando a Pablo Salum y Cómo Vivir Por Fe.
Como se puede apreciar, existen individuos y organizaciones antisectas que utilizan mentiras, la manipulación de la información y la intensificación de prejuicios ya existentes en la sociedad con el objetivo de desacreditar y presentar de manera negativa a ciertos grupos religiosos y espirituales minoritarios, etiquetándolos como «sectas» y «organizaciones coercitivas» para atacarlos más fácilmente. Algunos incluso abogan por leyes para prohibir las religiones minoritarias.
La «ley antisectas» que algunas figuras del movimiento anti-sectas proponen, corre el peligro de legitimar la persecución de minorías religiosas y espirituales consideradas desagradables a la sociedad por sus creencias y prácticas diferentes, y es una seria amenaza a la libertad de conciencia y religión.
Por medio del menú de este sitio web encontrarás información valiosa sobre las tácticas deshonestas que utilizan algunos anti sectas para atacar a los grupos que ellos tildan de "sectas" y "organizaciones coercitivas" para provocar odio, indignación y discriminación hacia ellos y asegurarse de que el público no quiera escuchar lo que tales grupos puedan decir para refutarles.